Cuando se habla de
riqueza, casi inconcientemente, se tiende a pensar en grandes cantidades
de dinero o de posesiones; y si bien ello es verdad, ese no es el único
tipo de riqueza que existe. Posiblemente la alegría y la felicidad son
las mayores riquezas que puede pretender el ser humano. Con ellas uno
siente que lo tiene todo, se siente pleno.
Las manifestaciones del espíritu, no pueden ser jamás compradas con moneda.
Y son patrimonio
individual de cada uno, porque forman parte de nuestra forma de ser y
nos distinguen... porque cada uno de nosotros puede obtenerlas a partir
de diferentes cosas; a veces, la mayoría de las veces, de cosas muy
simples.
Quien de lo
cotidiano, de las cosas de todos los días, logra extraer la alegría y la
felicidad, habrá descubierto un tesoro. Un tesoro enorme que sólo
espera ser disfrutado.
Día a día debemos
fortalecer nuestro interior ya que es maravilloso. Que algunos no sepan
apreciarlo o valorarlo no depende de nosotros. No hay en la vida
sensación más hermosa que sentir que entregamos lo mejor.
Ofrecer lo mejor... dar lo mejor de nosotros está demostrando quiénes somos y cómo somos.
La riqueza y la pobreza de la gente se ven en su forma de actuar, de dar, de ofrecer... de Ser.
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